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Cuando viajo, evito eso de los tours organizados por agencias y siempre opto por recorrer por mi cuenta y a mi ritmo. Sin embargo, en este lugar del planeta, algo que no podía perderme por nada del mundo era el paseo al desierto del Sahara, cruzando el Atlas y pasando por oasis, paredes montañosas de una inmensidad abismal, y muchos paisajes nuevos y alucinantes para mis ojos y mi disco duro de recuerdos. Como no contaba con jeep propio, y mucho menos, un camello, contratamos el paseo al Sahara, desde nuestra hostal Riad Dar Tamlil, en Marrakech.
La ruta.
Día 1.
El camino al principio marea bastante porque cruzas la gran montaña, el atlas, y cada curva era muy cerrada. Yo iba más bien entregada, y por suerte no suelo marearme, pero hubo gente que iba con nosotros, y que no lo pasó muy bien con el asunto…bueno, vas parando en el camino en ciertos spots de vistas panorámicas para sacar fotos y estirar las piernas, ya que se nos venía un largo camino…en una de esas muchas paradas, te venden cosas, y hasta te ponen sin siquiera preguntarte una serpiente en la cabeza…menos mal no les tengo miedo porque a una turista casi le da un infarto!
Así fue como entonces con mi gran amiga de la vida nos aventuramos desde Marrakech a Merzouga en un viaje de 3 días y 2 noches a uno de los lugares que soñaba conocer de este planeta: ese mar de arena dorada que te hace alucinar, deshidratarte y quedar con el poto bastante resentido, tras la andada en camello… perdón, dromedario!
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Una de las paradas interesantes es Ait Ben Haddou, la famosa «kashbba» que ha sido escenario de muchas películas como «Ben Hur», «Gladiador», «La joya del Nilo»…entre otras…el lugar es increíble, pero el calor me tenía MAL, considerando lo friolenta que soy y que con 35º yo soy feliz, los 46º no me permitian respirar con normalidad y mis piernas las sentía como si fuese una ancianita. El inclemente sol quemaba a más no poder, asi que mojábamos nuestros pareos, los ventilábamos para que se enfriaran para así bajar la temperatura corporal, y cubrir nuestra piel y asi salvarnos de morir como un pollo en la parrilla. Recuerdo que tras visitar la kashbba, almorzamos por ahí, la comida fue rara, estamos seguras que nos dieron camello, nunca probé una carne con un sabor tan diferente, no malo, pero raaaro. Pero teníamos hambre y era obligatorio recuperar energías, así que las mañas las dejé a un lado y me lo comí igual
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A esas alturas, tras unas 4 hrs de viaje, ya teníamos buena onda todos los viajeros, aparte de nosotras dos eramos 10 más, una pareja de holandeses, una chinita y una coreana que se hicieron muy amigas, una canadiense que viajaba sola por el mundo, y 2 familias de españoles muy «majos».
Tras otras paradas de menor importancia, ya que eran para hacer pipí o comprar agua, llegamos al atardecer a nuestro primer stop donde alojaríamos en un lugar llamado «la garganta del dades», el hotel, maravilloso a orillas de la carretera que por ambos lados estaba rodeada de unas paredes montañosas que parecían llegar hasta el cielo. Con esas vistas impresionantes, cenamos el clásico Tagine y conversamos con los demás viajeros sobre el gran tema que teniamos todos en comun: los viajes. Y después, en la azotea, unos bereberes nos animaron al son de sus tambores…Y con el estómago lleno,y el corazón más que contento, nos fuimos a dormir temprano para madrugar al día siguiente para seguir rumbo a Merzouga, el corazón del Sahara Marroquí.
Día 2.
Tras una noche de muy buen dormir, y un desayuno exquisito que varios se perdieron por ser tragados por las sábanas, seguimos nuestro camino, paramos en otra garganta, esta vez la garganta del todra-, y en un oasis en medio del paisaje desértico, donde nos esperaba un amoroso guía que nos llevaría por ese palmeral hasta la casa de Mustafá en medio de un poblado muy particular. En la casa de Mustafá nos mostraban la fabricación a telar de las alfombras, hechas con pelo de camello y unas telas preciosas, nos sirvieron el clásico té de menta y nos fuimos, con una pena por no poder llevarme uno de esos maravillosos ejemplares…en fin, nos fuimos a nuestra última parada antes de llegar al desierto, una tienda de miles de telas donde tu elegías la que tu quisieras para convertirla en un bello turbante y así, vivir la experiencia como un auténtico bereber del Sahara.
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Cuando llegamos al fin a nuestro destino, nos esperaban nuestros dromedarios para partir a nuestra «Haimma» (campamento bereber) Lo que todos temíamos (la temperatura del sahara que sobrepasa los 50º) no fue un tema para nadie ya que cuando llegas es antes del atardecer y a esa hora hacen unos agradables 28º, asi que con mi amiga nos adjudicamos los 1eros camellos de la caravana y partimos al lugar donde pasaríamos nuestra noche soñada. En el camino aparecieron las primeras estrellas y de pronto cayo la noche sobre ese mar de arena. Yo no paraba de reirme, entre la felicidad y el vaivén del camello, perdón, dromedaaaario…asi era como nos corregía Omar, el bereber que nos llevaba al campamento, cada vez que decíamos la palabra camello. Pero, cuál es la diferencia terminé preguntandole y es clara, camello: 2 jorobas, dromedario: sólo una.
Tras una hora y media arriba de nuestros dromes, llegamos al corazón del desierto y del paisaje más increíble y diferente que tuvimos frente a nuestros ojos; ya de noche, nos dieron nuestra cena, sentadas en el suelo, sobre alfombras y compartimos con los otros grupos, bailamos bajo el ritmo de los tambores bereberes y después subimos la gran duna o erg chebbi (en árabe) en compañía de Hamid y Ibrahim quienes nos ayudaban muy pacientemente a subir y no rendirnos en el camino, ya que era muy empinado y los pies se enterraban en la arena fina y costaba mucho esfuerzo, o mi estado fisico era deplorable. Hasta que llegamos a la cima de la gran duna, vimos las luces de la frontera con Argelia y tuvimos la suerte de presenciar una lluvia de estrellas fugaces que nos hizo llorar de emoción, con arena hasta en el cu…alma, y con la preciosa compañía de dos chicos muy respetuosos y de un mundo opuesto al nuestro. Lo que nos demoramos en subir (2horas) nos demoramos en bajar (rodar duna abajo) en 2 minutos, y ahora con arena hasta en nuestro sistema digestivo. Al bajar al campamento, cogimos unas colchonetas y frazadas y nos fuimos a descansar nuestros cuerpos (no nuestros ojos) y seguimos alucinando con la vía láctea mas luminosa del planeta, bajo un manto de estrellas que estaban casi al alcance de la mano…impresionante!!
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Día 3.
Del cansancio, nuestros pesados párpados se riendieron y dormimos entre las 4:30 am y las 5:00 am cuando nos despertaron para desayunar y partir de regreso a tomar la van que nos llevaría de vuelta a Marrakech. Al ponernos de pie, sentimos el cansancio de la subida a la duna y de la andada en dromedario del día anterior, nos dolía TODO, pero ya estabamos ahí, y ni locas nos volviamos en el jeep 4×4 (que tambien era opción para quienes no quisieran subirse sobre el lomo del drome) así que nos armamos de valor y nos subimos ya experimentadas en el tema. Al partir la caravana, Omar nos dice que ya es hora de mirar hacia atras y todos volteamos y vimos la salida de un sol enorme tras la frontera con Argelia, el amanecer más maravilloso e impecable que jamas vimos en nuestras vidas. Parece que el cansancio y la emoción de estar ahí me tenia más vulnerable que de costumbre porque una lagrima loca saltó de mi ojo para dejar huella en ese lugar del planeta, al que tarde o temprano, volveré. Sacamos la foto de rigor y partimos a las 6 am para llegar donde nos esperaba nuestro chofer de la van a las 7:30 am. ya que después de las 8 am puedes deshidratarte y morir cocinada sólo con el aire hirviendo característico de la zona.
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Pero ese día tuvimos suerte porque la vuelta a Marrakech era en un solo día, y viajar 10 hrs con un calor insoportable, es agotador… Pero justo ese día, en el mes mas caluroso del año, en Marruecos (agosto) Alá nos mando de regalo unos deliciosos 28 grados y lluviaaa!! Síiii, lluvia en Marruecos…los locales nos comentaban que no caía una gota del cielo desde enero, así que fuimos muy afortunados.
Así fue, como finalizó un paseo inolvidable que HAY que hacer al menos una vez en la vida.
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Consejos.
En muchos lados ofrecen este «tour» a Merzouga, ojo con las agencias chantas o por querer pagar menos, tomarlo con alguien que te lo ofrezca en la calle, nosotras por ser 2 chicas, lo hicimos con la agencia de mayor prestigio y cumplieron con cada una de las cosas que nos ofrecian, asi que si lo hacen, vayanse a la segura con Sahara expediciones, o bien decirle al chico/a de la recepción de su hotel o Riad que les haga el contacto con alguien de confianza, pagaran un poco más (son precios fijos, aquí si que no se puede regatear) pero aún así sigue siendo muy barato, y vivir una experiencia increíble (y segura), no tiene precio.
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