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Hace ya más de un mes, dejamos atrás las tierras del alóz con palitos y nos preparábamos psicológicamente para nuestro siguiente destino: India!
Dejábamos el frío invernal de China y nos disponíamos a entrar al calor infernal del país multisensorial.
Y como China nos cansó bastante, decidimos partir por el sur que es todo naturaleza, relax, playas y comida rica!
Así que el plan de vuelo era Beijing-escala en Sri Lanka-Chennai (sureste de India).
Supuestamente desde Chennai tomaríamos un tren rumbo a Kerala, pero el día antes de volar, supimos a través de un mail que un gran amigo estaría en Goa hasta la semana próxima, así que nuestros planes cambiaron un poquito.
Y partió la odisea…Salimos de Beijing, luego de una exhautiva revisión policial y volamos a Colombo, Sri Lanka, que es donde haríamos una escala para continuar a Chennai.
Volamos con Sri Lankan Airlines, atendidos como si fuéramos en 1era clase, con comida deliciosa,  un personal sonriente y servicial, y coquetas azafatas con unos trajes tipo saris que no podían más de lindos!

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Aterrizamos en Colombo. Fuimos a averiguar al mesón de la aerolínea por nuestro siguiente vuelo, que según el detalle de la página web en la que compramos nuestros vuelos (Rumbo.es) tendríamos unas 3 horas de escala. Pero nos llevamos la gran sorpresa de que nuestro vuelo salía en 8 horas más! Era de noche, estábamos en un país del que no sabíamos nada -Si era seguro o peligroso, si los alojamientos costaban una fortuna o no- y bueno, se cruzó por mi cabeza quedarnos ahí no más, dormir en un rincón del aeropuerto. Pero la persona que nos atendió en el mesón de la aerolínea nos pasa un papel con el nombre de un hotel y una compañía de taxis que nos llevaría. Quizás cuánto tendríamos que pagar por ese servicio, pero como no teníamos muy claro de que se trataba esto, preguntamos bien, y nos llevamos la grata sorpresa de que todo este «lío» era gentileza de Sri Lankan airlines!!!
Salimos del aeropuerto, y tras 15 minutos de trayecto, llegamos a un hotelcito bastante rico les diré. Aún no podíamos creer esto, pero después del Check in, confirmamos que esto del hotel pagado era real! Nos instalamos en una pieza maravillosa que lamentablemente usaríamos por 5 horitas y nos percatamos que afuera había un sonido de fondo…ese maravilloso ir y venir de las olas del mar. Estábamos en un hotel con piscina, con playa y nada de eso lo aprovecharíamos. El clima era delicioso y caminamos guiados por la brisa marina. Estaba muy oscuro y no logramos ver el color de ese mar, que según las fotos, es caribeño. Las palmeras bailaban a nuestro alrededor y nosotros corrimos a mojar nuestros pies y sentir la temperatura de las aguas srilankesas (así se dice?)
La tibieza de sus aguas invitaba a un chapuzón, pero no sabíamos si en esas costas habitaban medusas venenosas y nos conformamos con mojar nuestros pies. Me dieron unas ganas locas de cancelar el vuelo y pasar una semanita en esa isla perdida del mundo…y es así, como se suma otro destino en mi «bucket list»: SRI LANKA.
Dormimos pocas horas y a las 4 am. estaba nuestra van recogiéndonos para llevarnos de vuelta al aeropuerto (Gratis)
Sellaron nuestros pasaportes con el timbre de un país que ni si quiera vimos, y volamos a Chennai, India. Una vez en el aeropuerto, averiguamos cuánto nos saldría llegar a Goa ese mismo día. Nada de barato, pero el encuentro con un amigo no tiene precio! Nuestro vuelo tenía una escala de 3 hrs, esta vez en Mumbai, la ciudad del Bollywood. Ahora sí que sí, último avión…destino, GOA!
Pero la playa donde se encontraba nuestro amigazo estaba a una hora en taxi…a esas alturas, nuestras nalgas eran una marraqueta, y mis pies, de tanto volar estaban como empanadas.

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Ahora la misión era encontrar la esquina donde nos esperaría nuestro ansioso y feliz amigo, en Anjuna, ya que nuestro taxista conocía el sector, pero no las indicaciones exactas donde nos esperaban.
Pero finalmente, siempre se llega a destino, cueste lo que cueste. Y Goa, ese pedazo de costa yogui que no estaba en nuestros planes, superó gratamente nuestras expectativas. «No son playas como las de Tailandia» nos advertía nuestro querido socio brode para que no nos ilusionáramos, y efectivamente es así.

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Pero la compañía, la increíble comida y los hermosos atardeceres, hicieron que esa semanita fuera un delicioso y relajado comienzo en tierras indias.

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