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Como mencioné en el post anterior, llegar a NorteAmérica después de 7 meses por Asia, fue más bien extraño. Venir del continente asiático nos hizo apreciar todo desde otra perspectiva.
Entramos a Vancouver Canada vía New York. Llegamos agotados y muy tarde. No teníamos hecha ni una reserva para esa noche, solo habíamos visto algo por internet. Un tal hotel Patricia fue lo más barato que encontramos, y aún así, el precio era desorbitado para nosotros. Tuvimos que ir a una sección especial de policía internacional para que revisaran nuestra visa y nos dejaran entrar al país.

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Traíamos todos los papeles, el seguro médico de Assist Med de Argentina que recomendamos a ojos cerrados, el sobrecito café que te da la embajada de Canadá en el momento que aprueban tu visa, y la plata en efectivo que te exigen de entrada.
En ese instante, nuestra entrada al país dependía de ese tipo con uniforme y de unos papeles que ni nos revisaron. Observábamos por mientras a gente que le sacaban todo de sus maletas y que les preguntaban demasiadas cosas. El policía nos pidió nuestros pasaportes con sus respectivas visas y se ausentó unos minutos. Volvió con cara de buenas noticias, nos pasó nuestro pasaporte con nuestro work permit, y nos timbró el sello canadiense en una de las pocas hojas libres de nuestro carreteado pasaporte.
Welcome to Canada guys!! Fue su cálida bienvenida. Entre el sueño y sin poder creer lo rápido y sencillo que fue el trámite, salimos del aeropuerto felices en busca de un taxi.
Llegamos al hotel que habíamos visto por internet y por suerte tenía habitaciones disponibles. Ahí nos quedamos 10 días mientras dábamos nuestros primeros pasos en esta nueva etapa: Sacar cuenta en el banco, ver los anuncios en internet de casas para vivir y trabajos, y sacar celular otra vez, tras 7 meses de desconexión. Y por supuesto pasear por la ciudad y conocer los barrios cercanos al downtown para decidir en qué sector nos gustaría vivir. Kitsilano fue el sector que nos encantó y ahí mismo nos fuimos a instalar.
Y desde que llegamos, no ha dejado de impresionarnos el comportamiento de quienes habitan esta ciudad. La primera micro que tomamos era manejada por un educado y guapo chico que hasta nos saludó cuando subimos. Cada vez que alguien se bajaba, le daba las gracias al conductor. Subía gente de tercera edad y los más jovenes no dudaban ni un segundo en dar el asiento. Nada de hacerse el dormido ni el pelotudo. Se puede ver que es una ciudad muy amistosa para personas que andan en silla de rueda, o ciegos (subidas y bajadas a la micro, entradas a edificios, semáforos que emiten sonidos, etc)
Otro día, fuimos a una plaza que acá la gente las usa y cuida como si fuera su propio jardín. Huertas de familias en lugares públicos y el resto las respeta… Na´ que ver andar robándose las albahacas de la vecina!!
De solo caminar por la calle percibimos otro ritmo. La gente no anda apurada ni estresada, las calles están tan impecables y el tráfico no emite ni un sonido. Horas de «taco» sin bocinas (tocarla es de pésima educación) y la gente a una distancia prudente del auto de adelante. De hecho, leí por ahí que los accidentes acá ocurren por la amabilidad de sus usuarios! De tanto darse la pasada, parten los dos y chocan…ya imagino esas conversas pasadas a Armonil después del choque.
Parques de la onda carretera austral metidos en medio de la ciudad y playas impecables. Plazas repletas de flores y familias paseando en plena tarde a mitad de semana? Qué es esto? Neverland?

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A las 5 todos se van a la casa, el trabajo terminó y no es bien visto trabajar horas extras (a menos que optes por trabajar en la tarde-noche)
Canadá es un país rico, geográficamente enorme y con una población de 35 millones de habitantes.  Muy poca gente, considerando que es un país casi 15 veces más grande que Chile. Y por algo les doy estos datos: Habiendo pocos habitantes, resulta evidente que nunca estén llenas las micros, ni las filas en los bancos, y que existan trabajos de todo tipo y para todos. En un área en un trabajo, no hay 5 personas que se dividan las tareas y por ende, los sueldos. Acá en un trabajo tienes más responsabilidades, no hay posibilidad de «sacar la vuelta», las cosas se hacen bien y en tu horario de trabajo. Pagan por hora y el nivel del servicio es altísimo.  Por eso todo es caro. Desde el hot dog que te comiste en la calle hasta el plato de comida en un restaurant 5 estrellas, la atención es increíble y el producto de excelencia. Todos se ven felices y sonrientes en sus trabajos, incluso los que hacen mano de obra o trabajos que requieran un mayor sacrificio, ya que eso también es bien remunerado. Como debería ser no?
La amabilidad de su gente no pasa solo por el saludar, si no que se respira un aire de empatía. Un espíritu de comunidad. La gente te ayuda a llegar a destino. Si preguntas a quien puedes dejar ese curriculum, esa persona va a ayudarte y hacerlo llegar a  manos de la persona adecuada. La información está expuesta clarísima en todas las areas (transporte, salud, señalética, reciclaje, ciclovías…)
Y hay algo que para mi hace la diferencia en una gran ciudad (y en un pueblo chico también)
EL AGUA! Una ciudad con mar para mi es lo máximo. Y si a eso le sumamos proyectos urbanos que fomentan el deporte como canchas de beach volley, ciclovías, piscinas públicas increíbles, costaneras y parques con senderos para trekking, tenemos una ciudad perfecta para vivir. Y si bien en invierno no podemos ir a la playa, tenemos muchas canchas de patinaje en hielo repartidas por la ciudad y dicen que los centros de sky de por estos lares del mundo están de película. Qué tal?
Vancouver no solo es una de las ciudades del mundo con mejor calidad de vida, sino además es catalogada hace muchos años como una «Green City», y pretende ser en un futuro cercano, la ciudad más verde del mundo.
Acá TODOS RECICLAN. Afuera de las casas la gente deja su basura limpia y separada.
No se ve gente fumando! Eso hizo que me enamorara más de esta ciudad. Como no fumadora, es maravilloso ir a un lugar que no esté pasao a pucho.
Llevamos poco más de un mes y no hemos visto animals callejeros, es más, estoy segura que los gatos canadienses van a la peluquería a hacerse el brusshing.

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Así de pelolais son

Todo lo que he mencionado hasta ahora, refleja esa alta calidad de vida de la que tanto escuché y leí. Y una cosa era leerlo y estar al tanto en teoría, pero verlo y vivirlo, es totalmente diferente.
Vancouver es una ciudad desarrollada sin aires de pretensión…Se sabe cool, pero prefiere mantenerse «low profile».
Nunca en mi vida me sentí tan segura en una gran ciudad. Acá por algo las casas no tienen rejas, y las que las tienen son casi simbólicas. Caminar sola de noche por aquí me hace sentir incluso más tranquila y segura que sola de noche en mi casa en Santiago.
Los colegios son GRATIS! Y los niños desde chiquitos, se relacionan con sus compañeros que son de otras nacionalidades, culturas y religiones. Encuentro maravillosa la multiculturalidad, y que los niños crezcan en un entorno donde prima la tolerancia y el respeto. Se percibe de lejos que es una ciudad super amable para criar hijos.
Sin duda, Vancouver hasta ahora nos ha sorprendido gratamente. Y también nos ha hecho cuestionarnos QUE es lo que hace que en un país las cosas funcionen tan bien? Qué cambios habría que hacer en Chile y de qué modo como ciudadanos podríamos contribuir a esos cambios? O será un tema de raza o cultura? Pienso que un cambio de actuar y de mentalidad viene de la educación que recibes en casa y claramente generar cambios importantes podría tomar varias generaciones.
Qué tiene que pasar para que toda una población actúe de forma amable en las calles, que todos reciclen, que no hayan sueldos miserable a los que más se sacan la mugre, que se corte de raíz la delicuencia y las injusticias, que la educación sea gratuita, que la gente cuide y no destruya los espacios públicos, que el sistema público de salud no sea una porquería, etc…
Creo firmemente en un mundo mejor, pero los cambios deben partir por uno. Desde acciones tan cotidianas como saludar al vecino, ayudar a alguien con cara de perdido en el metro, regalarle una sonrisa a alguien que se cruzó por tu camino aunque pases por loca, dar la pasada en la calle, etc…Los actos que se repiten se convierten en hábitos y los buenos hábitos siempre construyen un entorno más amable para vivir.

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