Porque no todo lo que brilla es oro. Porque nunca mostramos públicamente ese lado que en las redes sociales se oculta. Porque si lo exhibes serás etiquetado como viajero a medias. Sí. Estoy hablando del lado B de los viajes.

No hay dudas que viajar es gratificante, excitante, sanador. Es una experiencia de aprendizaje intenso. Pero detrás de todo eso también está la parte no tan linda. Esa que ocultamos para no preocupar a quienes les preocupamos porque simplemente nos quieren. La que ocultamos porque es menos cool, porque no quieres que piensen que te quejas de puro llena o que tu nivel de aventurera-viajera aguerrida está tocando fondo.

Pero hay que entender que ser viajeros no nos convierte en súper heroes. Y mostrar sólo la parte linda me parece poco realista. Porque también hay días de lluvia, nostalgia, frío, tristeza, frustración, confusión, ganas de tele transportarse, te sientes estafado, desadaptado y fuera de contexto.

El lado B de un nómada digital

No tienes que abrir un blog de viajes y dejarlo todo y tener la certeza de que esa es la ÚNICA forma de sustentar tus pasos por el mundo. No todos los nómadas digitales son travel bloggers. También hay quienes son psicólogos que atienden por Skype, o quienes son web designers que a cambio de alojamiento y remuneraciones ofrecen sus servicios en creación de páginas web a hoteles, hostales, organismos de turismo. Escritores y fotógrafos que generan contenido visual y en letras a diversos medios y revistas. El problema reside en que muchos no lo consideran un trabajo serio porque se muestra como un hobbie. Algo fácil y sin peros. Te venden esa vida ideal con imágenes de postal y frases clichés donde al profesional se le ve siempre bajo una palmera, meciendo su sacrificada humanidad en una hamaca, con un cuerpo tonificado y bronceado y con, al parecer, un Wifi de primera desde la punta de esa isla desierta de aguas turquesas. Porque si lo que queremos vender es la receta de esa vida feliz en pdf, no podemos mostrar ese lado B que está detrás: Las trasnochadas, los vuelos no confirmados, retrasos de hasta 8 horas, alarmas a las 3 am, escalas de todo un día, entre otros gajes del oficio que muchos nómades digitales no contamos para que las marcas/productora/empresa/editorial no lo vean como la queja de alguien que al parecer se le subieron los humos. «Si subo ese post/comentario/foto capaz que no me llamen más a ese blogtrip».

3tbbY no siempre tendrás la suerte de trabajar con un equipo de gente increíble y con buena vibra, que no ande con egos inflados ni competencias ni envidias. (foto: con 3 Travel Bloggers grabando en Teotihuacán, México)

Cuando viajas e intentas trabajar en el camino, son parte del lado B los dolores de cabeza provocados por el compu y la deficiente conexión, tienes que lidiar con el hosting tu página caída y con la sospechosa muerte repentina de tu canal de Youtube. También toca negociar con personas que quieren que hagas un tremendo trabajo a cambio de un par de calcetines. Sí. Detrás de todo trabajo soñado también hay un lado poco cool e inestable y pese a todos los peros lo hacemos con gusto porque es el camino que soñamos desde siempre y que tantos años nos tomó construir. Porque la vida se trata de prioridades y decisiones y, aún así, elegiste ESE camino que implicó dejar tantos otros atrás.aerop.Y Bueno, a veces toca dormir en Aeropuertos porque perdiste  o te cancelaron un vuelo…

Este post del blog «Renunciamos y Viajamos» explica sin filtros cómo es la vida del blogger de viajes. A mí me encantó ese toque tragicómico, honesto y poco glamoroso que todos ocultamos en las redes. Puedes leerlo aquí: Así es tener un blog de viajes.

El lado B de un viaje largo

Viajar en tu propia casita con ruedas es el tipo de viaje que más anhelaba hacer. Y sí, te da una libertad, autonomía e independencia que nunca había probado, pero no todos los jardines son el paraíso en la tierra. También hay bencineras olvidables y «paraísos» que son un basurero por culpa de los que no les importa nada. Toca hacer tus necesidades a orillas de camino, a campo traviesa con lluvia y un viento gélido o con una vaca de cara de pocos amigos mirándote el chacra raíz. Y sí, claro que hay días perfectos y atardeceres dignos de unos cientos de likes. Pero también te pasas dos días encerrado bajo una lluvia que moja el colchón y un frío que desconecta tu cuerpo de tus manos y pies y que congela tus ideas y las gotitas de condensación te impiden abrir las puertas y poder salir. Pero sabes que si no fuera por esa lluvia, los paisajes transitados no estarían vestidos de esa magia sureña que los caracteriza.

Hasta viajar con tu perro que es la compañía más increíblemente entretenida tiene su lado B: No puedes entrar a parques nacionales, vas a tener que bañarlo con agua congelada después de una revolcada por caca de vaca. O cuando nos devolvimos cientos de kilómetros porque en ese puesto fronterizo no había sistema para emitir ESE papel que necesitabas para cruzar frontera. O esa mañana que desperté con una garrapata en la frente. O cuando hicimos un aseo profundo y el perla llegó a sacudir su humanidad peluda y en un segundo tu casita con ruedas se llenó de barro y agua. O cuando llegó con una gallina muerta de trofeo y terminamos disculpándonos con el dueño del fundo. Y ni te explico la angustia de cuando se nos perdió por más de una hora en medio de un bosque patagónico, un día frío lluvioso y a punto de caer la noche. Por poco quedo sin voz de tanto gritar «Facuuuuu» y casi me deshidrato de tanto llorar…

Y pese a todo, lo amamos con locura y sabemos que este viaje no sería lo mismo sin él.

facu3Como cuando lo bañas, queda impecable y el otro llega después mugriento y va directo a la cama con sábanas recién salidas de la lavandería. Pero lo quieres igual… ¿Cómo no quererlo con esa carita de «yo no fui»?

A quién no le pasó…

No todos los días son #smile #instahappy. Muchas jornadas van a estar cargadas al drama tipo video clip de Chayanne. Muchos atardeceres querrán ser visto junto a alguien especial que está lejos. Otros estarán cargados de preguntas existenciales, afirmaciones y promesas como «Qué haré cuando vuelva?» «No quiero volver» «Y si me quedo?» «Qué van a pensar» «Voy a escribir un libro» «Mejor parto con un blog» «Y si nadie lo lee?» «De qué voy a vivir?» «Cuando regrese le pondré punto final a…» (una relación, a un trabajo, a un estilo de vida o a un vicio)

La distancia versus viaje largo te brinda la posibilidad de valorar aquello que en casa, por cotidiano, terminas dando por sentado: Tu ducha, ESA almohada, TU cama, tus huertos, la privacidad de un baño, hacer pipí sentada en un wc!

Esa distancia geográfica nos permite apreciar a personas que de lejos te hacen cuestionarte qué tan fuerte o débil es el lazo que los une. A algunos los necesitas, y a otros no los extrañas para nada. Tomas conciencia de cuán importante es esa persona cuando se convierte en mamá o papá, o cuando le pasa algo malo, o cuando se casa, es su cumple o se enferma y tú no estuviste ahí. Valorar a tu familia, esa que de adolescente -y no tanto- te daba dolores de cabeza pero que de lejos necesitas y extrañas insoportablemente.

Dime si viajando no te pasó que te tocó dormir en casa de alguien con quien tuviste cero onda. Dime si viajando no compartiste hostal con especímenes que usaron tu habitación de motel. O usaron descaradamente tus artículos de aseo y cocinaron con TU comida que dejaste en el refri. Por ahí usaron mi toalla para trapear el baño, me robaron por despistada pelotuda, pasé el peor día y noche de mi vida en un tren rumbo a Varanasi, me invitaron a un hotel lujoso de Guatemala y mi maravillosa pieza tenía un curioso ratoncito pero como estaba sola nos hicimos amigos.

ratoncitoAhí nos estábamos recién conociendo con Horacio, por eso se ve tan tímido.

También me tocó en Perú compartir asiento en un bus con una cholita que iba a mi lado y usó mi hombro de almohada y babero (aunque eso lo recuerdo más bien con ternura) O cuando le vomité la mano a una chica que sostenía la bolsa donde dejé mi alma en un barco en plena tormenta caribeña (dudo que esa historia ella la recuerde con demasiada ternura)

 

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Si quieres saber qué pasó en ese tren indio, lee aquí El viaje en tren que nos puso a prueba

Dime si viajando no te desilusionaste al llegar a un lugar que soñabas conocer. Descubriste que llegaste tarde y que el turismo ya arruinó ese paraíso. O simplemente comprendiste que no es tan bueno tener demasiado altas expectativas de un lugar. Dime si en tu primer viaje tu mochila cargada de por si acasos no se transformó en el lado B de tu viaje, y gracias a eso aprendiste que no hay nada más acertado y liberador que viajar ligero.

Si estás planeando un viaje largo y en solitario sobre todo, es un gran detalle que debes tener en cuenta. Y no tengas miedo! Es maravilloso que todas esas cosas ocurran. Es la única forma de crecer, conocerte y aprender. Porque irremediablemente no hay perspectiva sin distancia, no hay resiliencia sin heridas, ni veranos sin inviernos.

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Como todo lo hermoso de esta vida. Como los arcoiris que no se dibujan sin lluvias. Como las auroras boreales que se asoman en inviernos de -20 grados. Como esa vista impresionante desde la montaña habiendo sufrido las inclemencias del camino en subida. Como la maternidad, que, según cuentan, implica noches sin dormir, caca entre las uñas, preocupaciones y miedos retuerce alma, y pese a todo, se siente un amor que no cabe en el cuerpo. Y no sé si será una cualidad masoquista mía o qué, pero al igual que esas madres enamoradas ciegamente de sus hijos, yo estoy enganchada a esta vida nómade aunque me vomite encima…

Y podría apostar que muchos sienten lo mismo.

Porque todo lado B tiene su lado A, y hay que comprender que esa fusión es necesaria para que exista equilibrio, aprendizaje, humor y Amor por lo que hacemos. Y que esa cara de la moneda, la no tan grata, esa que nos hace sufrir en el presente del viaje, es la misma que después del viaje, se convierte en pimienta para nuestras historias y risas para quienes las recuerdan, leen y escuchan. Es el lado que enriquece nuestras vivencias, el que viste de anécdota un día cualquiera, el que hace valorar todo lo lindo que ocurre en la vereda A. Es el lado que convierte un viaje en una aventura, en un desafío y en un descubrir(se)

Y esa parte también merece ser revelada.

sueños