«Solo aquellos que arriesguen yendo muy lejos, sabrán lo lejos que pueden llegar»

Bastaron unas semanas de distancia para masticar ideas y saborear decisiones llenas de incertidumbres. Nos reencontramos tras 10 semanas de soledades a distancia y el día que volví me estaban haciendo la propuesta que me tenía desvelada hace más de 3 décadas.dsc01523

«Y si nos vamos sin rumbo ni tiempos?» «Vámonos a explorar cada esquina del continente?!», fueron preguntas que aceleraron nuestro tamborcito interno.

Lo que partió como una idea, como una frase suelta tras una copitas de champagne, fue tomando forma de locura y esa locura es hoy una decisión ya tomada. Un plan sin mucha planificación. Nada fácil considerando que como simples mortales, estamos tranquilos y seguros sólo cuando tenemos todo bajo control.

Nos vamos en busca de lo simple sabiendo que extrañaremos lo que estando en casa, damos por sentado: Los almuerzos familiares, la ducha calentita, el crecimiento de nuestros sobrinos, los ronroneos y pelos de Benito, los encuentros con amigos, las verduras de nuestro huerto, la champaña heladísima como a mí me gusta, lavar nuestra ropa en lavadora, la privacidad del wc…

De promesas e ilusiones…

El camino promete descubrimientos, sueños cumplidos y miedos compartidos, y yo me prometo -porque no queda otra- superar mis temores, reencontrarme con mi lado creativo, y amistarme con mi tolerancia y paciencia.

Le prometo a mi gente estar más presente a miles de kilómetros que cuando nos separaban cuadras de distancia. Me ilusiona enviarles trocitos del mundo a través del pensamiento cuando la nostalgia me asfixie. Y acumular en frasquitos imaginarios rayitos de sol de todos los amaneceres coleccionados. Prometo cumplir mis sueños por aquellos que algún día soñaron lo mismo. Me ilusiona alzar bien alto -contra viento y marea- la bandera de esa libertad que todos anhelan, buscan pero no siempre encuentran. Prometo cartas escritas con pluma de una de mis alas y así sentirme más cerca del nido.

No es fácil el proceso previo a la partida. Todo lo que implica -para mi compañero sobre todo- que está cerrando un ciclo de 12 años. Su negocio. Cortar de raíz un ciclo, cerrar de un portazo esa zona de confort donde ya nada nuevo crece, dar el salto al vacío sabiendo que el porrazo allá abajo pueda doler. Vender, regalar y meter nuestras vidas y sueños dentro de una furgoneta es algo que causa tanta ilusión como miedo. Y la única forma de hacerlo es teniendo coraje y una ciega PASIÓN y FE.

Esta vez, no así la última que duró dos años el viajecito, esta vez, es un viaje de ida…

Sí, bueno, algún día habrá que volver, la sangre no es agua y ésta tira tarde o temprano. Nos vamos a abrazar la vida, a romper esquemas, a no permitir que nuestros días sean olvidables, a vivir la belleza de lo simple en una furgoneta donde cabe apenas nuestra vida, sin dirección ni código postal. A fin de año cambiamos la comodidad de 1000 metros cuadrados para instalarnos en una casita con ruedas de 3 por 1,5 pero con un vasto jardín que mutará de campo a playa, de montaña a ciudad, de valles a pampas, de glaciares a desiertos y cada uno de esos escenarios será nuestro patio trasero.

Sin duda esta decisión es un lanzamiento al vacío, pero creo más peligrosa una jornada laboral de 40 hrs semanales que no te satisface, que irse a la aventura a una edad en la que se supone que debiésemos «echar raíces»… Porque a nuestros años «deberíamos» hacer todo aquello que hacen los demás, sin embargo, nos vamos a transitar un camino no convencional que rompe con esos paradigmas impuestos por la sociedad y cultura que etiqueta a las personas y las archiva en la carpeta de «casos normales». Querer ser un caso anormal o al menos poco común, implica salir a descubrir(se), significará apelar a nuestra creatividad y caminar senderos sinuosos que abrazan la libertad de los «quiero hacer esto» en vez de los «debo hacer esto»…y hoy en día, en una burbuja social como la que vivimos, donde estamos empecinados en agradar a otros y encajar en ese patrón establecido, es sin duda, un riesgo, pero también un lujazo! La edad no importa amigos!!! A menos que seas un queso, o un vino.

Pero, cómo, cuándo y dónde?

En este momento estamos en proceso de cambios. Cerrando ciclos y haciendo espacio para el que viene. Planificando la venta de todas nuestras cosas, transformando nuestra furgo en un lugar habitable y acogedor, organizando las despedidas con amigos y familiares, cerrando un negocio de 12 años y haciendo los trámites de entrega de nuestra casa/centro de yoga, y viendo los detalles de vacunación, papeles y compras previas a la partida.

El plan tiene fecha de partida: 28 de diciembre, y la idea es partir a hornitos, norte de Antofagasta a despedir el año y darle la bienvenida al próximo con nuestra familia.

Lo fácil sería seguir rumbo norte y tomar la clásica panamericana que llega hasta Alaska, pero nuestra travesía no tiene un destino final, y no queremos perdernos por nada del mundo uno de los lugares más hermosos que existen: la Patagonia. Otro imperdible para nosotros es la costa brasilera (morimos por conocer cada rincón playero del nordeste) Y hace tiempo que tenemos muchas ganas de explorar todos los rincones no tan conocidos -y los conocidos también- de nuestro país (Chile) que bien postergado lo teníamos porque soñábamos conocerlo así: con todo el tiempo del mundo, en onda road trip en furgoneta y a la velocidad del paisaje. Así además, voy al fin a generar más contenido en este blog del precioso país donde me tocó nacer y crecer. En resumen, después de hornitos, bajaremos rumbo sur y al final del camino, los vientos patagónicos nos empujarán hacia la bella vecina Argentina y desde ahí entraremos por Uruguay, la inexplorada Paraguay y al gran gigante sudamericano: Brasil. Después, Ecuador? Las desconocidas Guyanas? No lo sabemos. Por supuesto que habrán entremedios y desvíos, el camino dirá.

playa-blanca-chilePlaya Blanca, Norte chico, Chile

Sólo sabemos que no hay prisa. También estamos conscientes de la inexistencia de ahorros, pequeño detalle que convierte nuestro viaje en una forma de vivir y sobrevivir, traviajando en el camino, escarbando en nuestra creatividad y despertando a la fuerza a esos talentos dormidos. Esto nos convertirá en nómades que vivirán lo cotidiano de cada lugar como un local, en vez de dos turistas que se mueven con dinero sin problema en busca de los imperdibles que anuncian las guías de viaje. Así, bajo la filosofía «slow travel», veremos qué obstáculos y oportunidades nos pone por delante el camino.

Además, se suma a esta familia viajera el Facu, nuestro perro patiperro que no haya la hora de partir.

El Facu fue adoptado hace un año en Hornitos, lugar donde partirá nuestra travesía. llegó a nuestras vidas a llenarlas de risa (y pelos)

Así que ya saben lo que nos depara nuestro horizonte cercano.

Del sueño a la realidad.

Partimos por nuestro hermoso país, luego el continente…después? ya lo veremos en la ruta.

El sueño de la casa propia!! nuestra casita con ruedas es una Mitsubishi L300 que esperamos, nos acompañe por muchos años.

Nuestra misión y visión de este proyecto se resume en una sola frase:

A vivir simplemente…para simplemente, VIVIR 😎