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Valparaíso. Una cuarentena de cerros con casitas de colores conforman un laberinto gigante de callejuelas, largas escalinatas y miradores. Cerros y mar son los límites naturales de la joya del pacífico. 
Un lugar mágico donde los gatos han tomado el poder…y algunos son de temer. Pero sin duda, la mayor particularidad (y gracia visual para turistas) son sus murales. Un derroche de arte y color, hacen de valparaíso un rincón pintoresco, alegre y bohemio.

Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco el año 2003, su geografía se ha poblado desde ese entonces de nuevos hoteles, restaurantes, galerías de arte, cafés y librerías que han renovado su carácter clásico.

Este rincón de la quinta región es para caminarlo. Perderse en sus callejuelas, saltar de un cerro a otro a través de sus coloridos escalones son la mejor forma de conocer este anfiteatro que mira hacia ese mar pacífico, que de pacífico no tiene nada.
Inspiró a un grande de la poesía nacional, Pablo Neruda, mientras vivió en una de sus famosas casas «La sebastiana», que hoy es un museo que alberga parte de su escencia. El arte está en cada esquina, en cada muro, ventana y puerta.

Es quizás una de las ciudades más fotogénicas de América del Sur, y este post es una sobredosis visual de las fotografías que saqué en una visita sin prisas, un día de verano…

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Algo llamó gratamente mi atención. Y es que el «Valpo» que me encontré está impecable. Y antes no lo era tanto…
No veía una pulcritud así desde Canadá y me gustó ver una evolución evidente en algo que es netamente cultural, sobre todo tratándose de un lugar de mi país y que, además, es imán de turistas.

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Me perdí -literalmente- entre sus laberínticas callejuelas. «Por esta escalera ya subí como dos veces» me auto dije en varias ocasiones donde el gps interno estaba desactivado, pero en cada nuevo pasar por ahí mismo, encontraba nuevos detallitos, nuevos escritos y mensajes en sus coloridos muros, un nuevo sonido (los porteños son buenos para tocar algun instrumento…es impresionante) Por cada callecita que caminaba escuchaba como salían por las ventanas melodías de acordeón, flauta, guitarra…etc. Algunos ensayando en plan profesional y otros aprendiendo. Y quienes no tocaban instrumentos, hacían sus labores hogareñas con música de fondo.
Basta viajar a dos horas de la capital, para encontrar otros aires, otras vibras, otros ritmos.
Valparaíso es un escape que te conecta con el mar, el arte, tu lado bohemio, tu lado fotógrafo, tu lado de caminante curioso…A mi me gusta ir a Valpo sola, a mi propio tempo, y parar a sacar fotos a cada detalle, sentarme a esperar que el sol ilumine tal mural, y parar a jugar con algún gato callejero…
Aquel día en Valparaíso fue la antesala a un gran viaje en solitario que comienzo en una semana más…y logré recordar lo bien que me siento (y lo bien que lo paso) sola.

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