Hay tantas formas de viajar como seres humanos en el mundo, y si bien ya llevaba más de una década de viajes en solitario y un gran viaje de 2 años con mi compañero de vida, sólo nos faltaba experimentar -individualmente y como pareja- ese viaje que me tenía desvelada desde que tengo uso de mochila: un roadtrip continental.

Ese Road Trip encabezaba mi lista de sueños viajeros, pero siempre aparecían los miedos y dudas: las propias y los infundadas. Pero, y su vida laboral? Se puede viajar así con un perro? Y si les pasa algo?

Pero, o los miedos te paralizan, o son tu trampolín. Y nosotros elegimos lo segundo, y las preguntas cambiaron.

«Y si nos compramos una furgo y nos vamos a dar una vuelta por el continente?»

Lo que partió como una idea, como una frase suelta tras una noche de juerga que muy bien no recuerdo, fue tomando forma de locura y esa locura es hoy el recuerdo de una aventura improvisada sobre la marcha.
Dejarlo todo: el centro de yoga de mi marido (que fue su negocio por 12 años) a la familia, los amigos, los sobrinos que están creciendo a la velocidad del minuto, soltar proyectos que nos amarraban a Chile, vender TODO, comprar un furgón y adaptarlo a hogar móvil no fue nada fácil. Y pese a todo, lo hicimos en 3 meses!!

Por qué tomamos ésta decisión?

Nuestra vida en Chile era muy tranquila. Yo cada vez estaba viajando más y más sola, por trabajo y por el placer de viajar. Él, por su parte, llevaba un buen rato sintiéndose en piloto automático, estado al que todos entramos cuando el trabajo se torna mecánico y dejas de aprender cosas nuevas y estimulantes. Su centro de yoga demandaba mucho tiempo y energía y sobre todo, estar ahí presente, y eso comenzó a sentirse como un ancla que nos impedía volar como pareja. Y si a eso le sumamos esos 2 años de viaje juntos y ese año viviendo en Canadá, el bichito de volver a la ruta comenzó a hacer de las suyas otra vez.
Y así fue como nos sacudimos los miedos y nos vestimos de coraje y locura -mis colores favoritos- dejando atrás un abanico de posibilidades que nos deparaba nuestro futuro, y cerramos de un portazo esa zona de confort que nos tomó años construir.

Pasamos de una casa de 1000 metros cuadrados (vivíamos en el centro de yoga) a un espacio de 3 metros cuadrados. De tener 2 closets repletos de ropa que ni recordaba tener, a meter todo en 2 bolsos. Pasamos de tener un jardín enorme con huertos que extrañamos con locura, a tener como patios traseros orillas de lagos y ríos, bosques, playas, montañas impresionantes, pampas infinitas, y bueno, como no todo lo que brilla es oro, también una que otra bencinera olvidable.

 

La Ruta: Del norte de Chile al sur del Continente y desde el fin del mundo hasta las Guyanas.

(texto escrito en mi bitácora a los 6 meses en ruta)

Ha sido una delicia transitar a la velocidad del paisaje, con todo el tiempo del mundo, cumplir nuestro sueño de hacer Chile de norte a sur, dedicando gran parte a la carretera austral y la Patagonia, por ahora, uno de nuestros lugares favoritos de este viaje. Después nos saltamos a Argentina y fuimos subiendo por la mítica ruta 40 y tuvimos algunos desvíos hacia la costa. Desde Buenos Aires cruzamos a Colonia, Uruguay, y tras recorrer su hermosa costa atlántica entramos al gigante sudamericano desde el sur.
Hoy nos encontramos en Brasil donde pasaremos al menos 6 meses y haremos un paréntesis en ese país al que todos le hacen el quite por no poseer grandes imperdibles turísticos: Paraguay, que sin duda, cuenta con bellezas naturales que nadie imagina (nosotros tampoco); Volveremos a Brasil con la idea de recorrer toda su costa al extremo norte, y las Guyanas, nos guiñan el ojo desde esa esquina poco transitada. Navegaremos por el Amazonas hacia Ecuador, y allí veremos si la aventura sigue hacia el norte, cruzamos el charco o pegamos la vuelta.
No tenemos ni un Alaska de meta ya que puede que nos enamoremos de un lugar y su calidad de vida y hagamos base ahí por un rato o puede que alguna emergencia nos mande de vuelta en horas a Chile…Quién sabe! Por ahora, vamos viviendo a concho el día a día, con los ojos y el corazón abiertos de par en par, dejando que el camino nos siga presentando personas maravillosas y empapando de aprendizajes y por supuesto, muchos paisajes e historias.

«¿Cómo se sustentan?» La pregunta del millón

En un roadtrip no gastas en alojamiento porque duermes en tu propio medio de transporte. Todo se reduce a dos gastos básicos: gasolina y comida. Si avanzas lento y evitas los supermercados caros, y por supuesto, comer en restaurantes, el total a fin de mes te llega a sorprender. Por otra parte, hoy en día hay muchas más posibilidades que antes de trabajar de forma on line (formato que nos acomoda a los nómades) y si bien nadie me paga por escribir en mi blog, sí se ha convertido en mi vitrina virtual y me ha abierto muchas puertas en torno a la escritura, la fotografía, ser guía de viajes, colaboradora de otros medios, embajadora, etc. Y eso sí que es remunerado. Durante este viaje continental ya me tocó ir a traviajar a Bolivia, México, Santiago, también vía on line generando contenido para medios de viaje y también hice trueques evitando pagar tours y alojamientos de lujo caros a cambio de menciones y publicidad.
Al final, lo más lindo de un viaje con poco o nada de presupuesto es que te obligas a crear fuera de tu metro cuadrado y en el camino no sólo descubres lugares increíbles, sino gente maravillosa que abre tu mente, viajeros que iluminan tu ampolleta de ideas y sin darte ni cuenta estás haciendo cosas que en casa jamás imaginaste que harías.
El cuánto gaste uno viviendo -ya sea en un lugar fijo, como viajando- es muy relativo. Dan igual los números, porque otros tienen otras prioridades, otras necesidades y gastos, algunos lujosos, y otros tan simples y creativos que se sustentan a puro talento.

La experiencia de vivir en una furgoneta, con tu pareja y tu perro

Sin duda, no es para cualquiera. Aunque confieso que yo también dije muchas veces «yo ni loca haría un roadtrip en invierno», y lo más bien que hicimos Patagonia en mayo y junio. También me dije cuando escuchaba o leía experiencias viajeras ajenas «qué horror no contar con tu ducha diaria» «Me muero!!» y de lo más bien adoptamos como mejor amiga a las benditas toallitas húmedas. Y créeme, no te vas a morir por no ducharte en una semana 😉 Sin duda, la capacidad de adaptación es inherente al ser humano.
Y no es sólo el espacio reducido, la falta de ducha, una casita donde no puedes ponerte ni de pie, el extremo frío, el calor sofocante, el tener las sábanas recién lavadas y que entre tu perro con las patas con barro. También hay mil y un situaciones cotidianas que hacen del viaje una aventura cada nuevo día como devolverte a una ciudad a cientos de kilómetros porque en la frontera te faltó un papel para pasar a tu hijo de 4 patas; o meterte a un camino para mansiones rodantes 4 x 4 y arreglártelas para salir como sea; o solucionar el tema gas (que en todos los países son diferentes) intentar trabajar y enviar tus escritos a tiempo y que el wifi sea nulo; hacer tus necesidades en plena pampa con un guanaco mirándote el chacra raíz; que tu amado perrhijo se enferme y pases de largo una noche entera sin saber qué hacer; que te roben todo y partir de cero y en pelotas otra vez…
No. No es fácil, pero creo ciegamente que la incomodidad es una sabia maestra. Las experiencias más incómodas, son las que brindan más grandes satisfacciones y casi siempre lo que más nos cuesta, es aquello que más valoramos.
Sin duda todo ese lado B te obliga a valorar aquello que en casa, por cotidiano, dábamos por sentado.

Cerro Castillo, Región de Aysé, Chile.

La compañía, algo fundamental

Una cosa es viajar contigo y tu mochila y quedarte en hostales por ahí, que partir a manejar solo por varios países. Nosotros ya habíamos pasado la gran prueba de fuego con nuestra luna de miel de 2 años por el mundo. La experiencia va a ser increíble si tu compañero/a es un todo terreno que se adapta a todo, alguien positivo y que tome con humor y sabiduría hasta la más fea de las situaciones. Y una persona respetuosa, empática, sensible y tolerante son cualidades que al menos para mí son fundamentales.


En un roadtrip no sólo te trasladas de un punto a otro en tu propio medio de transporte, sino además, te cocinas ahí, duermes ahí y cuando llueve 3 días seguidos te la pasas encerrado hasta que el diluvio te permita salir.
Este viaje nos ha reconectado con el AHORA, con la naturaleza, con la lectura y escritura, con nuestra creatividad, nuestra gratitud, empatía y conciencia. También con las propias fronteras mentales y con nuestras preguntas, talentos, nostalgias y miedos.
Nos fuimos a abrazar la vida, a romper esquemas, relojes y calendarios, a no permitir que nuestros días se diluyan en olvido, a vivir la belleza de lo simple en una furgoneta donde caben apenas nuestros sueños, sin dirección ni código postal…

…A vivir simplemente, para simplemente VIVIR!!!

A continuación, un video que resume nuestro primer año de este viaje sobre ruedas…